La mayoría de nosotros estamos confundidos. Sobre todo en general; sí. Pero, en particular, sobre cómo llegar a ser felices. Pensamos que el dinero, los lujos, ser el jefe, tener 100,000 seguidores en Instagram o comer una pizza entera nos llenará de felicidad. Estamos confundidos, y por lo mismo es bueno darnos cuenta de dónde recae nuestra confusión. Así llegamos a los 4 falsos dioses; son aquellos a los que rendimos pleitesía porque creemos que nos harán felices. Alguien comparó a estos ídolos con ciudades representativas de EE. UU y yo los escribo aquí.
Nueva York
Los rascacielos, las tiendas de lujo, los autos, las grandes compañías, la bolsa de valores, los yates, las fiestas, los salarios… La ciudad que nunca duerme. El primer falso ídolo, obviamente, es el dinero. ¿Cuánto ganas? ¿Cuánto cuesta? ¿Quién gastó más? El piso más caro, trajes de miles de dólares… Una de las distracciones más comunes hacia la felicidad es el dinero por el dinero, solo por tener lo más caro, ganar más y llenar la cuenta de ceros.
Las Vegas
La ciudad del pecado, la ciudad del placer. Apuestas y eres feliz. Comes toneladas de comida y eres feliz. Bebes hasta quedar inconsciente y eres feliz. Te drogas para ser más feliz. Y terminas la noche con una pagando por placer carnal. Y así pones la cereza en la cima de tu noche de ducle «felicidad». El falso ídolo de esta ciudad es el placer: sentirse bien. ¿Cuál es el problema con este ídolo? Que la sensación de felicidad es momentánea y, cuando se va, te quedas vacío.
Washington
La Casa Blanca, senadores, lobbistas, el hombre más poderoso del mundo… El poder es el tercer ídolo. Querer tener influencia sobre otros, controlarlo todo. Con una palabra decides el futuro de millones. A quién conoces mueve las piezas; con quién hablas puede influir al mundo. Poder, control… Este ídolo, aunque reside en la política, no se limita a la esfera pública. Puedes querer tener control sobre tu empresa, tu casa, tus amigos… hasta que lo pierdes.
Los Ángeles
Miles de jóvenes buscan su sueño en esta ciudad: ser actores, modelos, cantantes, comediantes. Quieren estar en el negocio del entretenimiento y que millones los vean, los admiren y los envidien. La fama. Esta ciudad ofrece muchas oportunidades y de ella han surgido las personalidades más populares de nuestra época. Pero la fama tiene un costo. Los Ángeles responde cuando no pagas ese precio: miles de indigentes drogadictos viviendo en carpas en el centro de la ciudad.
Los falsos ídolos están presentes en nuestras vidas, y seguramente servimos a uno o dos en algún momento. Si bien primero debemos comprender que ninguno nos traerá la felicidad (o al menos no de manera absoluta), lo realmente importante es reconocer cuál es nuestro falso dios preferido. Al hacerlo, entenderemos por qué tomamos ciertas decisiones y por qué en otros casos cometemos errores.