Escalar una montaña

Para quienes no estamos acostumbrados, subir una montaña puede ser un verdadero reto. Hace poco escalé mi primera montaña «de verdad». Una montaña que a veces se viste de blanco, pero que en verano es pura roca. Así que sí, fue escalar de verdad. Lo hice de manera empírica, utilizando brazos y piernas como herramientas, abrigado con lo que tenía a la mano, con zapatos medianamente inapropiados, pero con esas ganas que surgen de no se sabe dónde y que no desaparecen.

La cima es la recompensa. Las vistas, las aves, las montañas, las nubes. Es algo que no ves todos los días, y tus sentidos te lo agradecerán. La sensación de logro será tu premio para la próxima vez que pienses que no puedes hacer algo en tu vida.

Si tienes esa idea rondando en tu mente, hazlo, sube una montaña. Sea un cerro, una loma, un nevado, pero súbela. Escalar es conquistarte a ti mismo, probarte que puedes hacerlo, es un desafío físico y mental. Juegas en dos frentes. Por un lado, está el esfuerzo físico, y aclaro, no se trata solo de subir, sino de prepararte para hacerlo. Es importante entrenar tanto el ejercicio cardiovascular como la fuerza, ya que la caminata y la escalada lo exigen. Debes estar medianamente en forma, porque una montaña merece el respeto de ser escalada correctamente. No necesariamente necesitas entrenar exclusivamente para escalar, depende del reto, pero estar en forma es crucial.

El otro frente es el mental. Subir una montaña implica manejar la emoción del ascenso, pero también la solidez mental para no abandonar. Seguramente querrás rendirte en algún punto; los pies, los brazos dolerán, y faltará el aire. Ahí es donde entra la fortaleza mental. La pregunta es: ¿puedes hacerlo o no? Si la respuesta es sí, créetelo. Si es no, desafíalo.

La cima es la recompensa. Las vistas, las aves, las montañas, las nubes. Es algo que no ves todos los días, y tus sentidos te lo agradecerán. La sensación de logro será tu premio para la próxima vez que pienses que no puedes hacer algo en tu vida. La bajada, en cambio, es el recordatorio de que todo tiene su final. Así fue para mí. Para ti, quizás sea algo diferente. Así que sube la montaña, seguramente será el comienzo de algo más.

Y tranquilo, no te obsesiones con comprar todo el equipo especializado. Disfruta el hecho de haberlo hecho. Quizás el próximo año lo repitas, quizás en dos semanas escales otra loma. Pero por ahora, disfruta, regocíjate en tu logro, entrégate un poco a la naturaleza y agradece por haber tenido la oportunidad.

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