¿Qué te han dado las redes sociales?
En el mejor de los casos, son tu principal fuente de ingresos porque haces negocios a través de ellas. En otro escenario positivo, te permiten mantener una relación cercana con tu hermana que vive en otro país. Tal vez te han ayudado a formar una comunidad de apoyo con personas que comparten tus intereses y te impulsan a crecer.
Pero, si las utilizas para cualquier otra cosa, quizás sea mejor dejarlas para más tarde.
No quiero demonizar las redes sociales. Solo pido, sugiero, que las dejes para más tarde.
Quizás pienses que a ti sí te benefician, y algunos podrían presentar más ejemplos de usos positivos. Sin embargo, lo más probable es que la mayoría las use como la mayoría: para perder el tiempo.
Sí, es cierto que muchos siguen páginas educativas, otras de entretenimiento, otras de conocidos o de fitness. Y por eso justifican que «no es tan malo». Pero seamos honestos: la mayor parte del tiempo en redes se pierde.
Una vez que entras en el interminable bucle de reels y posts, probablemente no salgas sin pagar el peaje de 20 minutos. Veinte minutos que podrías haber usado para algo que realmente importa: hablar con alguien especial, leer un libro, hacer ejercicio o compartir un episodio de una serie con tu pareja. En cambio, los perdiste justificando que sigues cuentas que «te motivan» a hacer lo que, irónicamente, no estás haciendo.
No quiero demonizar las redes sociales. Solo pido, sugiero, que las dejes para más tarde.
Lo que propongo es simple: destina un tiempo específico para ellas. Así evitarás que invadan momentos dedicados a otras actividades importantes.
Quizás conoces a alguien —y no me refiero a ti, claro— que, al menor indicio de aburrimiento, saca el celular, abre Instagram, refresca el feed y comienza a desplazarse. Seguro también conoces a alguien que mira redes en los semáforos. O a otro que revisa Facebook mientras lava los platos. Y, cómo olvidarlo, todos conocemos a alguien que convierte el inodoro en su estación oficial de Instagram.
El problema no son las redes. El problema es que ocupen tu espacio, te distraigan del presente, se conviertan en una excusa o te ayuden a evadir.
Mejor déjalas para más tarde. Decide que, después del café de la noche, les dedicarás unos minutos. O que, tras el almuerzo, las revisarás mientras caminas de vuelta al trabajo. O que, al llegar de la universidad, será la primera (y única) vez que abras Instagram ese día.
Solo déjalas para más tarde.