Creo que todos hemos experimentado la sensación de abandonar. No hablo de cuando una persona te botó. Me refiero a cuando renunciamos a hacer algo. Lo dejamos a medias. No empezamos o no podemos acabarlo. Piensa en cosas grandes o pequeñas, lo hemos hecho. Puede ser la vez que querías leer un libro, lo compraste, lo pusiste en tu velador, leíste menos de 20 páginas, se empolvó y lo moviste a tu estantería. Puede ser algo más grande. Pueden ser tus estudios, querías una maestría pero después de trabajar lo aplazaste hasta que nunca se dio. Dejaste a medias tus estudios. Y si bien un libro puedes dejarlo porque está muy aburrido o tus estudios cambiarlos por otros objetivos, muchas de las cosas que dejamos a medias es por procrastinadores.
Solo no tenía ningún sentido de urgencia en mis acciones. Hay dos meses para entregar un trabajo. Lo puedo entregar faltando una semana. ¿Acabar el libro? Quizás mañana sigo. Empieza a hacer ejercicio. Cuando tenga la rutina perfecta. Estaba procrastinado.
Eso me paso el día de hoy. Decidí que iba a acabar de redactar un documento mañana o pasado. Ya venía trabajando horas en lo mismo y estaba cansado. Dije, la última parte la acabo otro rato. Y de repente algo en mi se encendió. No hablo de una luz divina. Hablo de un pensamiento que me clarifico lo que realmente estaba haciendo. Fue voluntad. Voluntad de acabar lo que empecé. Y no, normalmente yo no era así, por eso me sorprendió y ahora escribo sobre ello.
Antes era de las personas comunes y corrientes que dejamos las cosas para después. No era incumplido, no era irresponsable. Solo no tenía ningún sentido de urgencia en mis acciones. Hay dos meses para entregar un trabajo. Lo puedo entregar faltando una semana. ¿Acabar el libro? Quizás mañana sigo. Empieza a hacer ejercicio. Cuando tenga la rutina perfecta. Estaba procrastinado. Y creo que ciertos cambios en mi ayudaron a que ahora me lo pregunte dos veces antes de dejar algo para después.
Creo que lo primero es tener claro tus objetivos y mentalizarte que vas a hacer todo lo posible para lograrlos. Así, si tu objetivo es ser más limpio, no vas a dejar los platos para mañana. Si tu objetivo es conseguir un ascenso, te vas a quedar dos horas más acabando el reporte. Si tu objetivo es bajar de peso, la torta de chocolate quizás sea una mala idea.
La segunda razón es que construí una estructura para organizarme. Sistemas. Si fallo al sistema, las cosas se van a complicar. Va a colapsar. Cuellos de botella. Solo pensar en lo que se tiene que hacer para reparar el colapso creado por la procrastinación te invita a acabar lo que estás haciendo.
Lo tercero es ser real contigo mismo. ¿Por qué lo estoy dejando para después? No porque estoy cansado, ¿si puedes dar un poco más, verdad? Porque no me gusta. Esa puede ser una razón válida. Pero realmente no te gusta o tienes miedo de fracasar. Se sincero contigo mismo. Pregúntate y contéstate.
A la final, para mí, se redujo a un pensamiento. Eres una persona que procrastina, que abandona? Y si ahora lo eres. Estás dispuesto a por siempre definirte así? La respuesta fue no y acabe el reporte que quería dejar para después.