La paradoja de la flexibilidad

Estás acostado en la cama. Tu cerebro te presenta dos opciones: levantarte a hacer ejercicio o dormir una hora más. Es viernes por la tarde, planeas descansar viendo una película, pero un buen amigo te llama para tomar una cerveza. Estás de viaje, necesitas trabajar unas horas, pero si lo haces en la mañana te perderás un walking tour, y si lo haces en la noche entregarás lo prometido con retraso.

En el proceso de descubrir quién eres y construir la vida que quieres, necesitas ser inflexible. Pero una vez que tengas claridad sobre tus valores, podrás adaptarte a lo que venga.

Estas situaciones son, en esencia, decisiones. Se trata de principios, prioridades, valores, circunstancias y contexto. Como todo en la vida, todo está entrelazado. Pero aquí vamos a enfocarnos en la flexibilidad: la capacidad de adaptarte a nuevos escenarios.

Sé un poco flexible y no hagas lo que siempre haces.

La cuestión es que no puedes ser flexible sin tener una estructura previa, y para construir esa estructura debes ser sumamente inflexible. Ahí reside la paradoja.

¿Cómo vas a ser flexible cuando tu vida es un caos? Si no tienes horarios, prioridades, tareas, metas claras, y simplemente te mueves según el viento, la flexibilidad no es una opción real. Tal vez creas que eres un romántico, un bohemio, un alma libre. Y quizás lo seas. Pero esa, en sí misma, es tu estructura. Ser flexible, en ese caso, sería planificar todo rigurosamente por un día.

De la misma manera, la rigidez que encuentras en el hombre de traje, que está en el ascensor a las 6 de la mañana, la encuentras en el hippie que está en el parque a las 10 un día y a las 12 el otro.

Basta de estereotipos.

Ser flexible requiere una base sólida de la que puedas alejarte cuando sea necesario, y eso, en sí, es una fortaleza. No traiciones tus principios, tus valores o tu esencia, pero cultiva la flexibilidad. En el proceso de descubrir quién eres y construir la vida que quieres, necesitas ser inflexible. Pero una vez que tengas claridad sobre tus valores, podrás adaptarte a lo que venga.

Si un día no puedes hacer ejercicio en la mañana, muévelo a la tarde. Si tu amigo quiere unas cervezas, sugiérele tomar una mientras ven esa película que querías ver. Si estás de viaje, disfruta del walking tour y trabaja justo antes de salir.

Saber lo que valoras es clave. Ahora, adáptate a lo que la vida te ponga enfrente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio