Soy una persona que come bien

Por primera vez en mi vida, alguien me dijo que comía bien. Y no, no fue una frase en un contexto dionisíaco. No me estaba embutiendo una pizza para cuatro de una sola sentada. La frase tampoco buscaba resaltar mis modales o alguna sofisticación gastronómica. Lo que me dijeron fue que me alimentaba de una manera saludable. Mi respuesta fue que, en general, sí. Pero me quedé pensando en la sorpresa que me causó a mí mismo y, posiblemente, en la sorpresa de quien pronunció esas palabras.

En mi caso, quizás porque nunca había sido esa persona y, a pesar de mis esfuerzos, no me había dado cuenta de que ya me convertí en esa persona.

El plato era simple. Un corte de carne de res al sartén, en término tres cuartos, aproximadamente 250 g, solo cocinado con un poco de aceite y sal. Para quienes quieran cuestionar el concepto de “comer bien” solo por tratarse de carne de res, por favor, absténganse. En otro momento podremos debatir los beneficios y prejuicios de un delicioso corte de carne, rosado en el medio, con sus jugos esparciendo aroma y asegurando sabor… Bueno, me estoy desviando. Sí, amo la carne, pero terminemos con eso.

La proteína estaba acompañada por una generosa taza de brócoli. Qué hermoso color tiene el brócoli después de hervirlo unos minutos. Recobra vida y despliega tonalidades verdes, desde el tallo hasta su cima. Sí, también me gusta el brócoli. La “ensalada” (si puede llamarse así con un solo ingrediente) llevaba solo un poco de sal, ajo en polvo, aceite de oliva y vinagre balsámico.

Para beber, un vaso de agua con gas.

Es un gran almuerzo. Simple. Nutritivo. Delicioso. Y no toma más de 20 minutos en prepararse. Entonces, ¿por qué causaba sorpresa, tanto en mí como en mi interlocutor, que yo “coma bien”?

En mi caso, quizás porque nunca había sido esa persona y, a pesar de mis esfuerzos, no me había dado cuenta de que ya me convertí en esa persona. Para quien habló conmigo, la sorpresa fue suficiente como para expresarla, tal vez porque no muchos viven así. A pesar de ser sencillo, dar ese paso incluye hábitos y formas de pensar diferentes a las que estamos acostumbrados.

Es más fácil pedir una pizza. Es más fácil comer como comían nuestros padres. Es más fácil abrir el refrigerador, sacar pan, mayonesa y jamón, y tener una cena conveniente y rápida. Pero comer bien no es difícil, y por eso el comentario me llamó la atención. Sí, requiere cambio de hábitos, pero no va más allá de tres pasos pequeños: el primero, comprar cosas relativamente sanas; el segundo, darte el tiempo, entre 15 y 30 minutos al día, para prepararlas; y el tercero, planificar tus comidas. Bueno, realmente hay un cuarto paso: creerte que eres el tipo de persona que come así.

Tendrás tus propias razones para hacerlo. Puede ser ahorrar, bajar de peso o estar más sano. Tendrás tus maneras de hacerlo. A quienes no les gusta la carne de res por motivos éticos, pueden cambiarla por pescado o algo vegetariano. Ese no es el punto. Lo importante es que puedes comer como una persona saludable, puedes ser una persona más saludable. Y no tiene que ser tan sacrificado o difícil. Al final, yo soy sano comiendo lo que me gusta: carne y brócoli.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio