Vivir y morir como Sócrates

Es conocido cómo murió Sócrates. Bebió cicuta tras un juicio que terminó con una sentencia de muerte. Sócrates fue acusado de corromper a la juventud de Atenas. Lo que yo no conocía era lo que sucedió durante su juicio. Sócrates, en lugar de defenderse y evitar la pena de muerte, se burló, cuestionó, preguntó y dudó sobre lo que le interrogaron. Cuando se votaba sobre la pena que debía recibir por su «crimen» y él pudo defenderse, dijo que como castigo deberían alimentarlo y mantenerlo hasta su muerte. También se preguntó si la muerte realmente era un gran castigo o la mayor liberación del ser humano. Cuando le preguntaron si se declaraba culpable de corromper a la juventud, respondió que la palabra «corromper» implica causar daño, y que si eso fuera cierto, los jóvenes habrían podido defenderse fácilmente, ya que él era viejo y débil.

Podemos adoptar mucho del pensamiento de Sócrates en nuestra vida. Pero, ¿qué les parece la idea de personificar lo que piensan y dicen?

A Sócrates no le importaba si moría o no, y su paupérrima defensa demuestra que vivía siempre de acuerdo con lo que creía. El filósofo consideraba que el mayor bien de la humanidad era el conocimiento y que la mayor deficiencia era la ignorancia. Por eso nunca se cansaba de buscar más conocimiento. Incluso en su juicio final, cuestionó todo y aplicó lo que luego sería conocido como el método socrático.

Podemos adoptar mucho del pensamiento de Sócrates en nuestra vida. Pero, ¿qué les parece la idea de personificar lo que piensan y dicen? Ser congruentes con lo que valoramos y actuar de acuerdo a ello, incluso morir por ello si es necesario.

Hay muchas vicisitudes, obstáculos y retos en la vida, y muchos no sabemos hacia dónde mirar cuando necesitamos una respuesta. Por eso, para mí fue importante fijar valores. Más que palabras bonitas, los valores son la guía y cimiento de nuestra vida. Tomados del pasado, de la familia, de nuestra profesión, de nuestra identidad, de lo que somos y de lo que queremos llegar a ser. De donde sea. Tómalos y vívelos.

Y si algún día, en un juicio por tu cabeza, puedes decir: vivo por esto, y si muero, moriré como Sócrates.

 

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