Cabeza abajo, hombros encorvados, ojos siguiendo tus pasos. El sudor comienza a enfriarse con el viento de las 10 de la noche. Sales de la cancha pensando en los puntos que fallaste, en qué pudiste hacer mejor, en haber perdido. Te repites que lo más importante es ganar y que perder no es una opción. Eso lo aprendiste en algún lado; no sabes si fue algún familiar, un profesor de educación física o la televisión. Te sientes mal por haber perdido, pero eso no necesariamente significa que lo más importante sea ganar.
Pero me la juego. Soy libre en cada punto. Me enfoco en el presente. Siento paz con lo que hago. Respeto a los demás. Y mejoro.
Aislemos el sentimiento. ¿A quién le gusta perder? A casi nadie. ¿A quién le gusta ganar? A casi todos. Las sensaciones y emociones al salir de la cancha son comunes, pero no por eso acertadas. Ahora bien, ¿entonces ganar es lo más importante? Puede ser para algunos. Resulta que para mí no.
Ganar es solo un resultado, lo que me atrapa es mejorar continuamente. Ya no juego como hace un mes, las habilidades han subido de nivel. Y ¿sabes qué es lo que más ha mejorado? Mis habilidades mentales. Antes pensaba en qué pasaría si fallaba, ahora pienso en jugar el punto que estoy jugando. Antes creía que no podía hacer ciertos tiros, ahora lo intento con lo mejor de mí, acierte o no. Antes pensaba que no alcanzaría ciertas bolas, ahora me esfuerzo, aunque me quede a medio camino. Mentalmente, he mejorado. Y con eso me quedé ayer.
El espejo de tu interior son las cosas que pasan en tu vida. Pero, ¿no gané? ¿Cómo puede ser eso bueno? Es una frase que leí por ahí, no tiene por qué ser cierta. Pero en este contexto, ganar no refleja mi interior; lo que refleja mi interior es cómo jugué. Aún hay espacio para mejorar, aún me equivoco y aún no doy todo el esfuerzo en algunos puntos. Eso es lo que debo mejorar.
Pero me la juego. Soy libre en cada punto. Me enfoco en el presente. Siento paz con lo que hago. Respeto a los demás. Y mejoro.
Ahí está todo. Ese aire frío no es más que aire frío. Los hombros encorvados son una confusión de mis emociones. Intentarlo otra vez y darlo todo, ese soy yo.