Sentirse solo

Son las 8 de la noche y no recibes un mensaje. No tienes novia, tus amigos tienen su vida, tu familia no está tan cerca. Quizás quieras un cuerpo al lado tuyo. Estás solo. Ya es de noche. La tele, el celular, la tele o el celular. Te vienen pensamientos de vergüenza, tristeza, arrepentimiento. Se van, te dejan solo. Sentirse solo es feo.

Eres la única persona que te aguantará, levantará y estará. Realmente no tienes más opción, así que aprovéchalo o, mejor dicho, aprovéchate.

Pero ¿sabes qué? Tienes un regalo. Estar solo, aprender a estar solo y querer estar solo puede llegar a ser un regalo. Eres la persona con la que compartirás el resto de tu vida, más vale que te acostumbres. Eres la única persona que te aguantará, levantará y estará. Realmente no tienes más opción, así que aprovéchalo o, mejor dicho, aprovéchate.

Aprende a estar solo, pero solo de verdad. Sin música, sin televisión, sin tareas pendientes, sin distracciones. Solo tú y tus pensamientos. Siéntate en tu cama, en completo silencio, y comparte un momento contigo. Es difícil. A veces no nos gustan los pensamientos que se vienen; otras veces nos aburrimos, lo cual es triste: parece que nos aburrimos de nosotros mismos. La gran mayoría de veces que intentemos esto no superaremos los 10 minutos y buscaremos hacer otra actividad.

Ayuda meditar, que al final es estar solo con tus pensamientos y dejarlos pasar. La meditación puede ayudarnos a contener nuestra soledad y a estar con nosotros mismos. Si no te gusta la meditación, solo cámbiale el nombre: contemplación. O cambia de acción: escribir es una buena manera de estar con tus pensamientos.

Cuando aprendas a estar solo, sentirse solo no tendrá una carga negativa, será una virtud. Amarás tu tiempo y ahora sí podrás encargarte de tus actividades. Cocinar para ti puede ser increíble si lo haces con amor. Caminatas con tu compañía. Cafés de la tarde. Limpiar la casa. Bailar. Cantar. Ir a una fiesta solo y sentirse bien. Aduéñate de tu piel y de tus intestinos, de tu cabeza y de tu corazón.

Por último, trabaja. Trabaja en ti. Tus momentos solo son tuyos y para ti. Así que la próxima vez que estés solo, pregúntate si te hace falta alguien. Y respóndete: para nada, estoy yo.

 

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